¿Acaso alguien se da cuenta, de que una decisión gubernamental, un bloqueo o actualización de los términos de servicio, pueden quitarnos parte de nuestra Huella digital?

Eres joven pero a este paso, la tecnología de la información va a pasarte por arriba, y nadie extrañará tu joven cadáver pisoteado si no le sacan una foto para las redes sociales.

Si bien éramos muy pequeños para comprender todo esto, fuimos los primeros, casi conejillos de indias para muchas de las tecnologías que hoy son habituales y hasta obsoletas.

¿Cuántos álbumes familiares han desaparecido con un error, borrado de usuario o censura del administrador? ¿Qué cantidad de relatos, historias, cartas escritas en pocas líneas entre personas y personalidades famosas, no llegarán a las salas de Historia, pues se borrarán antes?

Vivimos en una era en la que la verdad es selectiva. A voluntad.

[...]en un mundo con equipos descartables, medianías de vida cortas y actualizaciones forzadas, lo único que falta por cambiar y ser reemplazado, es el mismo usuario[...]Por ahora.

La posteridad no admite medias tintas. Si no se quiere ser tratado como masa imbécil, no hay que comportarse como una.

Lo humano a la larga, siempre resulta momentáneo.

Y es que el alma de un videojuego no radica únicamente en sus gráficos, su maquetación, su entorno o matemáticas específicas que le permiten subsistir. Sino mucho más, en la interacción que genera con las personas que lo disfrutan, lo entienden y asimilan, convirtiéndolo en una parte de sus vidas.

Bien usada, la nueva cultura donde todos somos un terminal del control, una representación de la autoridad colectiva al poder guardar registro de lo que hacemos y hacen, puede que no sea tan mala ni distópica. Claro, después vamos a la Historia, y nos corre un frío helado por la columna...